No queda la verdad. Queda
el tiempo que reúne lo vivo. No
queda el tiempo sino el recuerdo, no basta
dormir, queda
escribirlo. No hay
ocasión de decirlo cualquier día sino
siempre. Eso pasa y
esto se mueve. Lo demás
es un descolorido extravío andando
del revés, a lomos
de una secretísima ciencia.
No
se vive, regresan
las palabras
por ello. Y
esto es todo
cuanto discurre y se
llena.
Algunas cosas saben lo que no se dijo
nunca, y se tintan de una benevolencia
cansada. Se resuelven
en las aves que vuelan y se paran
a oír cuando en septiembre
vuelven los vientos primeros y habladores.
Ven con ellos.
Do livro: El ojo de la cerradura
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